Navacepeda de Tormes y Navalperal de Tormes (Ávila) – septiembre 2024

Distancia: 12,22 km | Desnivel acumulado: 504 m | Tiempo: 4 h 15 min

Track: Navacepeda de Tormes – GR 10 Cordel de Barco de Ávila al Puerto del Pico – Arroyo Garganta de La Garbanza – Navalperal de Tormes – La Alameda – Peña La Vieja – Los Molinos (Zapardiel de la Ribera).

Álbum de fotos de la ruta Javier Hernández

Álbum de fotos de la ruta José Carlos González Blázquez.

Septiembre 2024. Con esta actividad, organizada por el Club Deportivo Abulense de Montaña «Almanzor» cerramos el mes de septiembre. El buen clima de esta primera semana de otoño nos ha permitido disfrutar de una jornada de senderismo por localidades de la zona norte de la Sierra de Gredos.

Navacepeda de Tormes

El autobús nos ha dejado en esta localidad que desde 1975 forma parte del Ayuntamiento de San Juan de Gredos, junto a los municipios de La Herguijuela y San Bartolomé de Tormes.
El nombre de «San Juan» lo toman de San Juan Bautista, por ser el patrón común de los tres pueblos.
Precisamente, en el comienzo de nuestro recorrido nos detuvimos frente a la iglesia parroquial de San Juan Bautista. Aunqe estaba cerrada, sí pudimos observar, y fotografiar, la famosa mano del oso con una historia/leyenda muy particular.

Con dirección hacia el río Tormes, pero sin acercarnos demasiado a su margen derecha, nos encontramos el sendero de gran recorrido GR 10, que tan buenos recuerdos nos trae cuando estuvimos por aquí en agosto 2020.

Como por ejemplo, al cruzar el puente sobre el Arroyo Garganta de la Garbanza, puente de piedra que forma parte del Cordel de Barco de Ávila al Puerto del Pico. Este cordel es una antigua vía pecuaria utilizada tradicionalmente para la trashumancia.

En apenas 6 kilómetros llegamos hasta la localidad de Navalperal de Tormes. La anchura y la buena conservación de esta vía pecuaria hizo que la marcha fuera muy sencilla y distendida (a pesar de las lógicas quejas de los «peques» que reclamaban «la hora del bocata»).

Navalperal de Tormes

Hemos realizado la primera parada del día para tomar el tan deseado refrigerio de media mañana. Contribuyendo con nuestra economía con el bar «El Marinazo», como nos gusta hacer en los pueblos por donde pasamos, nos ha permitido utilizar la terraza para nuestro descanso.
Enseguida los niños asaltaron el parque infantil próximo, otros dimos un paseo por la calle mayor del pueblo descubriendo curiosidades que los habitantes han ido colocando en las puertas de sus casas.
La Bigornia, el Pilón y otros carteles explicativos de las Costumbres del pueblo hicieron que el paseo se convirtiera en una agradable visita de un museo natural y al aire libre.

Otros, tuvieron la precaución de acercarse a ver la Iglesia de San Andrés Apóstol (s. XV-XVI) antes de que la cerraran, donde les llamó la atención el que su torre con campanario estuviera independiente de la iglesia (se hacía así por motivos defensivos).

Retomamos nuestro camino, ahora sí, en busca de la compañía del río Tormes, el cual será protagonista del resto del recorrido. Así pues, lo cruzamos por el puente de La Alameda, zona donde comienzan rutas tan famosas como el Camino de Cinco Lagunas o el de Las Lagunillas (mi primera salida con el Grupo Almanzor en junio 2015 ¡inolvidable!).

Para caminar por el margen izquierdo del río, debemos sortear primero el paso de la Garganta de Gredos. Nos llama la atención (bueno, cada vez menos) el poco caudal que lleva la garganta. De todas formas, los grandes bolos de piedra, pulidos y redondeados por la acción de las corrientes de agua y el tiempo, nos hace extremar las precauciones para no caernos durante este pequeño franqueo.

A partir de aquí, continuando la senda que los pescadores recorren en la época de pesca, fuimos descendiendo junto al río entre un espeso bosque de árboles de ribera y observando grandes paredes de roca.
Tal es el caso del farallón Peña La Vieja, lugar frecuentado por escaladores que afrontan sin miedo el desplome vertical de estas paredes de granito, como pudimos observar al pasar frente a esta zona.

Y así avanzamos, durante cerca de tres kilómetros, hasta que llegamos a Los Molinos, lugar preferido por las gentes que se acercan a este sitio en busca de las aguas remansadas del río. Aquí se forma una playa que permite el baño a los más atrevidos.

En esta ocasión todos elegimos solamente refrescar nuestros cansados pies antes de realizar la comida del día. Entre la arboleda están dispersas una serie de mesas y bancos de granito que facilitaron la conversación mientras que dábamos cuenta de nuestros bocadillos, frutas y refrescos.

De nuevo, los «peques» fueron la atracción de todas las miradas correteando en la orilla del agua. Sabíamos que acabarían salpicándose unos a otros y que sus padres, ya prevenidos, tendrían que facilitarles ropa seca después de los juegos.

Entre tanto, pasábamos el tiempo charlando sobre la belleza del entorno, otros del trabajo, también del futuro de los hijos en la universidad… y hasta hubo quien disfrutó de una merecida siesta entre sol y sombra de la arboleda.

¡Gracias a los organizadores de este tipo de rutas! Aunque las denominan «infantiles», cada vez somos más los que aprovechamos esta oportunidad para caminar con ritmo suave y sin grandes desniveles.

Los que amamos el #SenderismoFácil.

¡Hasta la próxima ruta!