Pajareo Fácil Ávila (3) – julio 2025

Álbum de fotos «Mis Pajaritos«: Javier Hernández y colaboraciones.

Cámara: Canon Powershot SX 70 HS

Julio 2025. Me gusta narrar las salidas que hacemos al campo cuando vamos a «pajarear». Hace algunas semanas que no escribía sobre ello y tenía pensado hacerlo ahora que estamos saliendo por las tardes a avistar pájaros. Pero desde luego ESTE es el que menos me apetecía escribir.

Hace un par de días salí acompañado de «mis profes» de pájaros, Antonio y Jose —ellos con prismáticos y yo con mi cámara de fotos al cuello— con intención de fotografiar la colonia de cernícalos primilla que tenemos a no mucha distancia de Ávila.

La tarde estaba estupenda. Enseguida los jilgueros y gorriones volaban delante de nosotros sin preocupaciones. Los primeros se quedaban posados sobre los cardos en la orilla del río del Monte. Los gorriones, más confiados, lo hacían utilizando las alambreras como improvisadas atalayas.

¡Ay, las puñeteras vallas de alambre de espino!

Cuando nos íbamos acercando a la colonia de los cernícalos primilla comenzaron a gritar alertando al resto de miembros de nuestra presencia. Es su zona de nidificación y no querían extraños por allí. Por eso, hemos tomado un par de fotos desde una buena distancia —gracias al zoom de la cámara— para abandonar después las ruinas de las construcciones de piedra. Lugar que han tomado como sitio de cría.

El otro día, cuando estuvimos por la zona, vimos salir un águila de una encina. Era un águila bastante grande y nos sorprendió que estuviera en una encina tan pequeña. Hoy hemos pensado que cualquier árbol, por pequeño que parezca, siempre proporcionará una buena sombra.

En ese momento, una abubilla y un alcaudón real nos han hecho desviar la mirada hacia ellos. La abubilla ha salido volando pero el alcaudón ha preferido posar un poco más.

Entonces ¿dónde está el problema? —os preguntaréis— si la tarde se estaba dando muy bien en cuanto a avistamientos. Pues que en ese momento Antonio divisó al águila que deseábamos volver a ver.

—¡Mirad, allí, a la derecha, sobre la valla!— nos gritó Antonio con la emoción del observador que no quiere abandonar el lugar sin avistar al águila que el otro día no pudimos fotografiar.

Y allí estaba nuestra rapaz más esperada, tratando de guardar el equilibrio sobre la valla de espinos. Pero algo no iba bien.

—No está cómoda— dijo Jose mientras observaba con sus prismáticos los torpes movimientos de un ave perfectamente adaptado para “perchar” en cualquier alambrada.

¡Otra vez, las malditas vallas de alambre de espino!

Un instante después, el águila cayó de pico quedándose colgado cabeza abajo. Un espino del alambre le había enganchado una pata y no podía recuperar la posición inicial.

Fuimos corriendo hacia él con intención de ver si lo podíamos ayudar a liberarse. Jose, el más experimentado —y el más decidido, la verdad— observó con sus prismáticos junto con Antonio la pata enganchada para analizar cómo podrían soltarle.

Mientras tanto, se me ocurrió llamar al SEPRONA, pero el número que marqué era de la Guardia Civil sección emergencias. Un amable funcionario me indicó que lo mejor era llamar al 112 y que desde allí activarían los protocolos necesarios.

El técnico del 112 con el que intercambiaba información del suceso había vivido ya ocasiones muy parecidas y sabía muy bien qué preguntas hacerme. Me confirmó que el lugar que yo le indicaba coincidía con la geolocalización de mi móvil y que aparecía en su pantalla. Eso nos tranquilizaba.

Recibimos la llamada de algún empleado —o encargado del teléfono— de Medio Ambiente indicándonos que hasta el día siguiente, hasta las 8.30h de la mañana, no habría nadie disponible para atender esta situación. Fuen en ese momento cuando temimos de verdad por la vida del Busardo ratonero —Buteo buteo—.

Y fue en ese momento cuando Jose decidió intervenir y se acercó al águila. Mientras yo seguía pensando a quién llamar, Jose ya había liberado al ave de su trampa mortal.

—Tiene una pata rota, y es la que se había quedado enganchada— nos dijo Jose tranquilizándonos un poco.

Recibimos una llamada «salvadora» que nos animó a dar el siguiente paso. Cogimos el exhausto «ratonero» por las alas y lo llevamos hasta el coche. Lo metimos en una bolsa de tela en el maletero y los «cuatro» nos dirigimos hacia la carretera.

Contactaron con nosotros desde el Parque de Bomberos de Ávila indicando que podrían acercarse hasta el punto de encuentro acordado para recoger al malherido ave —a diez kilómetros de la ciudad—. No sabéis la tranquilidad que obtuvimos al saber que el «ratonero» iba a tener una segunda oportunidad.

Con mucho cuidado lo metieron en una jaula de transporte y se lo llevaron hasta el Parque. Al día siguiente nos contestaron por Twitter (me cuesta llamarlo X) indicándonos que la rapaz viajaba a un centro de recuperación.

17 de julio, una llamada tranquilizadora

Hoy he recibido la llamada de Jaime, del Centro de Recepción de Fauna Silvestre «Las Dunas» —CRFS Las Dunas—. Durante la conversación me ha confirmado que el ave llegó y que harán todo lo posible por recuperlo —como hacemos con todos los animales que nos llegan— ha añadido Jaime.

Por curiosidad he buscado información de este centro, que forma parte de la Red de Centros de Recuperación de Animales Silvestres que la Junta de Castilla y León tiene en distintas localidades de la Comunidad.

Si alguien tiene curiosidad, aquí puede ver un vídeo del centro.

¡A ver si en unos meses tenemos más noticias!

*Por cierto. Se nos olvidó poner nombre a este águila ratonero. Puedes hacerlo, si quieres, en los Comentarios. Para mí debería llamarse «Fortunato».