Tocata y fuga en Re social

tocata y fuga en RE social
¡Madre mía! ¡Si casi nos subieron al escenario!

¡Qué manía con que me abriera una cuenta de Twitter! Mi amigo Paco me tenía frito con este tema.

–¿Pero no ves que así tendrías más notoriedad en la redes sociales?– Me espetó todo convencido mi amigo con la advertencia de que nunca te leerán si no tienes más «presencia» y te das a conocer con un «perfil» en el «social media«.

Otra cosa no tendré, pero de perfil voy bien surtido. ¡Si lo sabré yo, que me veo todos los días al afeitarme! Bueno, a lo que íbamos. Que por no aguantarle más dejé que me creara una cuenta en Twitter para que la gente me pudiera «seguir», según él.

–De verdad, Paco, que hay veces que no te entiendo muy bien– le dije sin ningún ánimo para que cejara en su empeño. Nos conocemos desde hace tiempo y sé que si se le mete algo entre ceja y ceja, aunque sea un poco difícil por que es unicejo, no hay quien le pare.

Como él sabe que es por las noches cuando me pongo a escribir algunas de mis historias, por que es cuando los niños están acostados y en la tele comienza el «prime time«, decidió bautizarme también como @lasdiezymedia, el mismo nombre que le puso a este blog que estás leyendo ahora mismo. Confieso que me gustó la idea, así no tuve que complicarme mucho pensando en otros nombres.

Ávila Cultura (@Avila_Cultura)
@Lasdiezymedia Javier. Tienes un DM. ;).
Ávila Cultura (@Avila_Cultura)
Estamos intentando hablar con @Lasdiezymedia pero no lo conseguimos. Nos sirve con que mire los mensajes privados. ;).

Estuve unos días algo mosca con unos mensajes que leía en mi nueva cuenta. –No sé qué me dicen sobre un «DM»– y tampoco tengo idea de dónde puedo verlo. Y para colmo insistían en que no conseguían dar conmigo para «mirarme» los «privados».

Toda novedad lleva un pequeño proceso de aprendizaje, pero en esto las redes sociales se llevan la palma. Se utiliza un lenguaje totalmente nuevo para mí y, supongo, que exclusivo para los usuarios de esta nueva forma de comunicación. –¡Ni tengo DM ni quiero que me anden con los privados! ¡Para estas cosas soy muy mío!–

–¡Paco!– exclamé pidiendo auxilio a través del teléfono cuando llamé a mi amigo –¡Mira a ver qué le pasa a mi Twitter que algo raro está sucediendo!–

Y él, que dice saber de todo esto, soltó una tremenda carcajada que casi me incrusta el auricular en el oído. –¡Pero hombre de dios!– me dijo con la risita de papagayo que tiene –Que quieren hablar contigo y para eso te han enviado un mensaje a tu buzón de Twitter– continúo diciendo a la vez que su chillona voz iba en aumento.

Venimos de una cultura muy de utilizar el teléfono para hablarnos cuando no estamos en el mismo sitio, donde la agenda telefónica es vital para iniciar conversaciones entre dos personas. Pero claro, como en las redes sociales se te ocurra poner tu número de móvil empiezas a recibir ofertas de todo tipo. Por eso es mejor ni mencionarlo. El problema, entonces, es cómo comunicarte con otros usuarios de Twitter. Y es aquí donde entran los puñeteros «tuits» y los liosos «retuits».

–Mira– dijo Paco –Tú les haces un retuit sobre su mensaje y ellos vuelven a contactar contigo. Es muy sencillo–.

Y ahí me tienes, dándole «tuit» va y «retuit» viene pulsando sobre el «pajarito blanco» preso en su jaula azul. ¿O es una paloma? Da igual. El caso es que por más que pellizcaba al ave mensajera esa no conseguía que sucediera nada. Lo intenté pulsando con el dedo pulgar, luego pulsando con el dedo índice, a ver si era cuestión de retuitear más rápido. Finalmente ni tuit ni retuit que valiera. Le propiné al teléfono una serie repetitiva de golpes, alternando todos los dedos de mi mano derecha, y aumentado así la frecuencia de re-que-te-que-te-re-tuit, para ver si conseguía que el pobre pajarito emitiera algún gesto o sonido que me indicara que la comunicación se estaba iniciando.

No sucedió nada de nada. –Lo voy a dejar por un rato– me dije a mí mismo –por que quizás haya bloqueado mi cuenta con tanto insistir–. Decidí, entonces, dejar descansar el móvil para ver si se enfriaba un poco la pantalla, que estaba a punto de estallar y llena de marcas dactilares. Más tarde reanudaría la serie de retuits…

Ávila Cultura (@Avila_Cultura)
Ya sabemos el ganador de las dos entradas para ver hoy a la #OrquestaSinfónicaDeÁvila Van para @Lasdiezymedia ¡Gracias por participar!

Por fin todo comenzaba a tener sentido. Hace unos días, durante mi apredizaje en el manejo de Twitter, contesté a un mensaje que desde @Avila_Cultura habían lanzado con motivo de la próxima actuación de la Orquesta Sinfónica de Ávila. Se trataba de una especie de concurso en el que ofrecían un par de entradas gratis para el concierto. Bastaba sólo con repetir el «jastag» que habían marcado: #OrquestaSinfónicaDeÁvila

–¿Paco?– volví a llamar a mi amigo por el tema ese del jastag. –¿Ezo qué é lo que é?– le pregunté con temor a su ira. Y por tener que aguantar otra vez su risita de papagayo.

–Se llama «hashtag«, y es una cadena de caracteres que…. ¡Una conversación, hombre! Eso es lo que es– contestó con desgana. –Tú copia y pega lo que pongan ellos y le das al retuit. Ya sabes, sin agobiar al pajarito, que luego se cabrea y te bloquea el móvil. Jijijiji…– se pavoneaba con su onomatopeya mientras colgaba.

Pues sí amigos. Resulta que formaba parte de un grupo de «tuiteros» que, con nuestras acciones, estábamos ayudando a que la joven orquesta sinfónica abulense tuviera una mayor notoriedad entre nuestros seguidores. Y la suerte quiso que yo ganara dos magníficas entradas para asistir a la que sería su tercera actuación ante el público de nuestra ciudad, Ávila.

Javier Hernández (@Lasdiezymedia)
@Avila_Cultura ya estamos en contacto. Gracias por las entradas #orquestasinfonicadeavila

Ahora sí que estoy integrado en el social media. He sido capaz de responder al mensaje privado que me habían enviado a mi cuenta de Twitter. Sé como retuitear correctamente un tuit que algún follower haya puesto en el time line. Además, manejo bien cómo utilizar el hashtag de un tema para que todos los mensajes se vayan anidando bajo una conversación común. En este caso la celebración de un #concierto ¡Gracias Ávila Cultura!

Pero lo mío es un constante aprender a base de experiencias vitales. Nunca antes había ido al Centro de Congresos y Exposiciones Lienzo Norte. Y, por supuesto, nunca antes había asistido a un concierto de música sinfónica ¿o es música clásica? –¡Hala, al Google! no vaya a ser que sean lo mismo y meta la pata–.

Mi mujer y yo nos pusimos nuestro mejor vestuario para la ocasión. Yo el traje de la boda, que todavía me cabe, y ella el último traje que se compró para la comunión de nuestro sobrinito. ¡Ya es todo un hombrecito! como pudimos comprobar cuando le vimos el verano pasado en la apertura de su nueva Clínica…

Ávila Cultura (@Avila_Cultura)
.@Lasdiezymedia Gracias a ti por participar, esperamos que disfrutes del concierto. ¡Va a sonar de lujo!

Recogimos nuestras invitaciones en la puerta principal del Auditorio. Nos las entregó uno de los responsables de la organización del sorteo, haciéndonos saber que fuimos elegidos entre un centenar de candidatos. A primera vista el sujeto me pareció alguien, por su aspecto, que va de tipo duro. Quizás solo fuera fachada, pues no siempre es tan fiero el león como lo pintan. (Si llega a leer esto seguro que lo entenderá).

Una amable señorita nos llevó hasta nuestras butacas. –A ver, dejénme las entradas– nos pidió dulcemente. –Eso es, Fila 5, Butacas 02 y 04–. ¡Madre mía! ¡Si casi nos subieron al escenario!. Nos preocupaba que pudiéramos distraer a los músicos, pues los íbamos a tener muy cerca, como se ve en la fotografía que hice nada más tomar posesión de nuestras localidades.

De repente caímos en la cuenta de que todas las sillas estaban vacías y que habían quedado algunos instrumentos en el suelo. –¿Sería música en directo?– me preguntó mi señora.

–¡Bah, supongo que no!– le dije convencido. –Estas cosas siempre suelen estar grabadas con antelación, como en la tele–.

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