
Fase 1: dialoga con la teleoperadora que bloquea tu móvil.
Allá vamos. Marco el número gratuito que a bombo y platillo anuncian en su web para contactar. Incluso, si quieres, te devuelven la llamada. Todo un detalle. Llamo yo mejor.
— ¡Hola! ¡Bienvenido al Servicio gratuito de Atención al Cliente de tal y cual! Tu saldo es de tantos euros. No tienes activado el bono de internet. ¿Quieres activarlo? — NO
— ¿Quieres activar o desactivar tu buzón de voz? — ¡QUE NO!
— Ahora elige del siguiente menú qué deseas: ¿saldo? ¿recarga? ¿pedidos? ¿tarifa bono internet? ¿servicios? o ¿agente?
¡Qué pesados! ¿Y aquello de hola, soy María (por ejemplo), quién eres? Eso, eso es lo que quieres, oír a una persona al otro lado del teléfono a quien le puedas contar tus necesidades. Nada, ahora te ponen una locución que se te hace interminable. Además, haces esfuerzos por memorizar el número que le han asignado a tu deseo, si aparece, claro.
— ¡Perdón, no te he entendido bien! Elige del siguiente menú qué deseas: ¿saldo? ¿recarga? ¿pedidos….?
¡Otra vez! ¡Noooooooo…! Si sólo quiero hablar con alguien. De verdad, que no quiero molestar mucho.
— …¿pedidos? ¿tarifa bono internet? ¿servicios? o ¿agente? — AGENTE (levantas un poco el tono de la voz para asegurarte que la maquinita te entiende, como cuando hablamos a los extranjeros, jajaja).
— Muy bien, le paso con un agente — Y viene una pausa que se te hace eterna.
— ¡Bueenooss díasss, mi nome es «Maurissio«! Gustosso de platicar con Usted ¿En qué puedo servirleeee?
— Esto, ejem…. ¡Hola Mauricio! Me gustaría que me dieseis el código para desbloquear mi móvil.
— ¡Ay, pero esso no va sser possible! Ssólo lo fassilitamos a los ussuarios con contrato.
— ¡Pero si el teléfono es mío! Lo compré en su tienda. No está subvencionado ni sometido a permanencia. Mi tarifa es de prepago.
— ¡Déjeme chequearlo, por favooorrr! (otra pausa interminable). ¿Aló? Como ya le comentééé, ssólo fassilitamos los códigoss a loss abonadoss de contrato…
Bueno, aquí comienza a subirme la bilirrubina. Será que la plática caribeña me ha recordado a alguien. Resumiendo, te cambias a una teleoperadora que te ofrece el oro y el moro, que te insiste en que eres libre de elegir tarifa, contrato o prepago, que eres libre de irte cuando quieras sin dar explicaciones, que eres libre de…. ¡los coj**es!
Tú y tu tarjeta SIM os vais dónde os de la gana, pero el móvil, sí, sí, el que compraste a la teleoperadora de su flamante catálogo on line, ese móvil ¡se queda!
Resulta que a las teleoperadoras les encanta tenerte amarrado a sus redes, nunca mejor dicho, y para ello le piden al fabricante del móvil que a cada aparatito le añadan un código numérico asociado al IMEI (*#06#) para que sólo funcione con sus tarjetas SIM.
¿Qué ocurre? Pues que te has creído eso de que eres libre y te puedes marchar. ¡No sin mi smartphone! Y aquí comienza el calvario particular de cada uno.
Comienzas a investigar por internet, a comentarlo con los expertos de tu trabajo, te sumerges en todo un mundo hasta ahora desconocido para tí. Claro, con el teléfono fijo no pasan estas chorradas. Te cambias de operadora y punto. Pero con el móvil… Que si por ley te tienen que dar el código de desbloqueo, que si no pierdas el tiempo y demándalos, que si vete al chino de tu barrio y te lo libera en un momento, que si en internet hay sitios que te lo desbloquean «en minutos», que si… que si… que si… ¡La próxima vez no me pillan!
Y decides dar vuelta atrás y regresar a la web de tu teleoperadora a buscar cualquier resquicio que pueda ayudarte a que te den la razón. De repente tu voluntad se desmorona cuando lees:
— «Te damos el código de liberación de tu móvil XXX si: lo compraste con una línea de Contrato | ya has cumplido tu permanencia con esa línea | sigues siendo cliente de Contrato».
¡Qué graciosos! Vamos, que si les prometes seguir atado a ellos hacen como que eres libre. Pero no llegas a serlo nunca.
Fase 2: eliges utiizar internet para desbloquear el móvil.
Pues sí, queridos lectores (por si alguien lee esto), estoy decidido a ponerme en manos de una de esas empresas que se anuncian en internet para desbloquear «cualquier móvil» de «cualquier teleoperadora» en ¿minutos?. Ya veremos.
Curiosamente, la propia teleoperadora que me tiene atado, me propone una empresa que me liberaría por código IMEI el móvil «al mejor precio y en tiempo récord». Eso sí, tu teleoperadora te advierte que si algo sale mal en el proceso de desbloqueo se lava las manos. Vamos, que ¡allá tú!
Evidentemente busco otra empresa que no sea esa. Faltaría más.
Como no conoces el mercado, te guías por precio, por si alguno de tus conocidos te recomienda la empresa que has elegido y por «ese olfato propio» que tantas veces has seguido y otras tantas has errado. El ser humano es así.
Allá vamos. Comienzas a obedecer como un corderito las instrucciones que te van dando los de la «empresa liberadora». Ya en su web no haces más que recibir órdenes: «Contacta con nosotros indicando Nombre y apellidos, dirección e-mail, asunto y en el cuerpo del mensaje indica marca, modelo y con qué teleoperadora estás» ¿Para qué querrán todo esto? Y lo envías porque has decidido ponerte en sus manos.
–Como contestación a tu solicitud te envían por e-mail un número de cuenta bancaria para que ingreses el dinero y toda una serie de indicaciones. Como ya has dicho marca, modelo y teleoperadora, ya saben cuánto te van a cobrar. La verdad es que los precios en internet son muy aproximados. Elegí esta empresa por recomendación de otros y, dicho sea de paso, tenían el precio más bajo.
Pero, claro (¿cómo no iba a haber peros?): no puedes llamar por teléfono, todo por e-mail. Hasta que no tengan constancia del ingreso del dinero no te hacen ni caso. Da igual que desde tu servidor de banca electrónica les envíes un correo de comprobación. No lo quieren. También da igual que les envíes el justificante de la transferencia en pdf. Tampoco lo quieren. Y en esto puede estar un poco el truco: el tiempo que te prometen para darte el código es subjetivo porque empieza a contar desde que ellos «ven» el ingreso. Lógicamente, no están minuto a minuto mirando cómo crece su cuenta. Así es que los plazos que te indican no valen de mucho. Por eso pagué un euro de incremento al elegir el servicio express. Jajaja, otro error más al bagaje personal.
Han pasado más de dos horas y comienzas a ponerte nervioso. ¿Habré hecho el tonto? No puedes más y llamas por teléfono, no vaya a ser que no veas ni tu código ni tu dinero.
— Si –(ni diga, ni quién es, ni leches. Es el si más frío que te han dicho últimamente).
— ¡Hola, buenas! Soy fulanito, el del móvil tal y cual. Era para ver si han recibido mi mail con el justificante del pago…. — mi tono de voz ha ido perdiendo energía a la vez que ya casi estoy arrodillado frente a la Voz del otro lado del teléfono.
— No. Suelen tardar dos días.
— ¡Ah, perdonen! Cuando lo reciban me avisan. Adiós.
¡Jo, qué rato!. Si es que era más serio que yo que sé. Pues nada, a dejar pasar el fin de semana. Lo haces el viernes por la tarde porque tienes más tiempo y así te puedes dedicar con calma al proceloso tema del desbloqueo y resulta que no adelantas nada. De nuevo otro error: ¡no trabajan ni sábado ni domingo¡
Recapitulando, has pagado un euro más para descubrir que has hecho el tonto. Como es viernes por la tarde, no descubrirán que su saldo ha aumentado hasta el lunes a las… ¡a las que miren el saldo, no te fastidia! Venga, calma, que ya has hecho lo más difícil (te tranquilizas a tí mismo porque no te atreves a contárselo a nadie). Pero somos personas, incapaces de digerir los disgustos a solas, y se lo cuentas enseguida a los que te rodean. >> Mira lo que me ha pasado. Resulta que bla, bla, bla…<<
El sábado por la tarde, después de la siesta que te has pegado viendo cómo los ñúes atraviesan con su cuernos a los cocodrilos que recorren la sabana perseguidos por las cebras que los esperan en el río Mara… Zzz…Zzz…, coges el ordenador y relees con detalle el e-mail que te mandó la empresa que va liberar tu móvil.
¡Qué daño hacen las segundas lecturas! Ahora resulta que los plazos de entrega son orientativos, que si los códigos no se encuentran en la base de datos del «proveedor» no se hacen cargo, que si el código es erróneo no se hacen cargo, que si introduces mál el código no se hacen cargo, que si el móvil tiene algún defecto y no acepta el código no se hacen cargo, que si… que si… y más que si…. ¿Nuevo error? ¡No, por favor!
De repente quieres volver al Serengeti, a ver ese espectáculo tan universal como es la travesía de los ñúes a través del Masai Mara. Con lo bien que estaba sesteando. En fin.
Fase 3: llega la hora de la verdad.
Por fin es lunes. Sí, lo sé, nadie quiere a los lunes, pero yo a este le necesito. He pagado un euro de más por un servicio rápido, he hecho el tonto y tengo un móvil que liberar.
Son las once y media de la mañana y recibo un escueto correo: «Pago recibido. Pedido en proceso».
Bueno, estamos avanzando. Ya tienen mi dinero (su dinero ahora, claro), han vuelto a dar señales de vida y parece, digo sólo parece, que la máquina se mueve. Es decir, como pagué por un servicio extra en media hora estará mi código, según rezaba en su publicidad.
Han pasado más de dos horas y ni rastro de lo mío. Decido escribir un mensaje escueto, como hacen ellos, reclamando mi código. A los pocos minutos recibo una respuesta con la excusa de que el «proveedor» tiene retrasos. Que a la vuelta de «su comida» (la del liberador, no la del proveedor), si no tienen el código lo reclamarán y me devolverán mi euro. Insisto en lo del euro y no en el coste total del servicio, porque es aquí donde me siento estafado. El precio estaba fijado y ya sabía cuánto era. ¡Es que yo por un euro soy capaz de….!
Analicemos un momento el tema «proveedor». Si recordáis, al principio mencioné que la teleoperadora me ofrecía un «proveedor» para desbloquear el móvil. Ahora descubro que la empresa liberadora también hace uso de los servicios de un «proveedor». ¿Será el mismo? ¿tendrán un acuerdo teleoperadora – proveedor – empresa liberadora para sacar algo más del cliente infiel? ¿el «proveedor» es el fabricante del móvil? No lo creo. Para qué quiere un chino-coreano-taiwanés…asiático sacar dinero del desbloqueo. De todas formas aquí hay gato encerrado.
Entonces, parece que el tal «proveedor» tiene un saco lleno de códigos que ha creado y ha asociado al IMEI de cada teléfono que pone en manos de teleoperadoras y empresas liberadoras para sacar unos eurillos más. Vale, aceptado. Son los euros que me ahorré al comprar el móvil por catálogo on line en vez de comprarlo en tienda. Lo asumo y en paz.
Son las cuatro y diez (a estos les gusta Aute, fijo) y recibo el tan esperado e-mail con las instrucciones escritas para expertos pero que os voy a traducir al lenguaje llano para que no tengáis que llamar a un informático como tuve que hacer yo ¿o es que sabéis qué es una SIM no soportada? Pue eso: que ponga una SIM de otra teleoperadora, que introduzca el PIN y luego pulse OK, que cuando me pida el código introduzca el número «xxxxxxxx» (es tan sencillo que pienso que lo sacan al momento de alguna guía de teléfonos) y que pulse desbloquear.
Hasta aquí las instrucciones. A continuación los peros: que si metes mal el código NO LO VUELVAS A INTRODUCIR, porque algunos móviles tienen limitados los intentos, y que mandes un e-mail indicando el error.
Y en tu mente se aparece la campaña de publicidad que viste la semana pasada. Sí, sí, la de ¡Libera tu móvil en sólo 3 pasos! ¡Al precio mínimo y servicio garantizado! Verás como la lío, meto mal el código, lo bloqueo para siempre y tengo un pisapapeles con aspecto de teléfono.
Comienzo a practicar en un mensaje de texto cómo escribir el código «xxxxxxxx». Si está tirado, pero ya no me fío ni de mí. Si sólo es una cadena de ocho cifras, ocho números del sistema decimal, y sin el cero con el que sueles dudar si es un cero o la letra «o» minúscula. Pero por si acaso practico: «x» «x» «x» «x» «x» «x» «x» «x».
¡Venga, valor, ánimo, que tú puedes!
Voy haciendo paso a paso lo que me indican en el e-mail. Parece una operación de quirófano a vida o muerte. >>Saco la SIM y la retiro al borde de la mesa<< no me vaya a confundir y la meta de nuevo. >>Cojo la nueva SIM y miro el chaflán del borde para colocarla correctamente<<. La introduzco con sumo cuidado, como si estuviese manejando el plutonio que hay en la bomba que estoy desactivando. >>Pongo la batería y enciendo el móvil<< ¡Qué nervios, por dios! ¿Cuánto tarda esto en arrancar? Ya está, parece que… ¿de nuevo el logo de la teleoperadora de la que huyo? No, si no van a dejar de recordarme que soy un traidor. Bueno aquí está. Allá vamos. ¿No me pide el PIN? Es verdad, hace tiempo que decidí que utilizar el PIN es una tontería. Como pierdas el móvil no lo recuperas ni queriendo. Es como atar la bici con un candado de esos de combinaciones. Se llevan la bici y te dejan el candado. O se llevan todo a la vez. En cierta ocasión ¡me robaron el candado y dejaron la bici! Me sentó fatal. Al principio pensé que era mejor que se hubiesen llevado todo….
Volvamos a lo que estábamos haciendo, que me despisto. No hay PIN, pues al siguiente paso. >>Introduzca código de desbloqueo<< Ahora o nunca, vamos, que lo has entrenado una y otra vez: «uno» «dos» «tres» «cuatro»….. y «ocho» y pulso Ok. Se apaga la pantalla. Se enciende de nuevo. Parece que ha habido un reseteo temporal y pone: «No se ha podido establecer conexión con la red. Inténtelo de nuevo más tarde».
¡¡¡Horror!!! ¿Por qué a mí? Si he hecho todo lo que me han pedido. Otro error al saco…. De pronto recuerdo lo de >>…sólo se admiten llamadas una vez entregado el código<< Como tengo el código, entonces, ya puedo llamar. Rápidamente busco el número de teléfono en la firma del correo que me han enviado y marco:
— Si –es él, el del si frío y seco)
— Hola, que soy yo, que me ha salido este código al….
— ¿De qué me estás hablando? — me espeta la Voz con la simpatía que le caracteriza.
Sujétate, sujétate, que está en juego el pisapapeles más caro de la historia. Cuando termine todo, si es que termina bien, ya tendrás ocasión.. Ahí está mi conciencia, siempre de mi parte y dándome los mejores consejos. ¡Guapa!
— Hola, soy fulanito, que estoy liberando el móvil tal de la marca cual. Que he hecho todo lo que me habéis ordenado y me ha salido un mensaje que…
— ¿Qué dice el mensaje? –(creo que por whatsapp la Voz habría escrito : q dice l mess?)
— Dice «No se ha podido establecer conexión. Inténtelo de nuevo más tarde»
— Eso es de Gmail. El móvil está liberado.
— ¡Ah, gracias! Lo intentaré otra vez. Adiós (¿me puedo levantar o debo seguir arrodillado? Arriba, hombre, que no te ve. ¡Ese espíritu! Este se entera, vaya que si se entera).
Fase 4: libre, libre, quiero ser, quiero ser, quiero ser libre.
A las nueve menos veinte de la noche, ya tranquilamente en casa, conecto el móvil, introduzco la contraseña de Gmail y el móvil está funcionando con la tarjeta de otra teleoperadora.
El susto ha pasado. El móvil será a veces pisapapeles pero sólo si es necesario. Es todo un móvil. Ahora es de verdad. ¡Todo un móvil! Es mío, es libre, listo para usarse con la teleoperadora ! que-a-mí-me-de-la-gana!
Última comprobación. Quito la SIM «no soportada», pongo la SIM original, enciendo y todo ok. Bueno, ya sólo queda iniciar los pasos de cambio de teleoperadora. Solicitar la «portabilidad» que se dice en el argot de telefonía. Pero ahora estoy algo cansado, tengo saldo suficiente para terminar el mes y por hoy ya está bien de emociones ¡y de errores!
Como al final soy un blando, envío un e-mail a la empresa que me ha vendido el puñado de cifras dándoles escuetamente las gracias. Más por la obligación de decir que todo ha funcionado y de no ser desagradecido, que otra cosa, porque el trato desde luego no merece «propina».
Curiosamente me contestan con un texto «preparado» indicándome que les deje un mensaje positivo en los distintos foros donde se trantan estos temas. Por supuesto no hago nada. Quiero olvidar cuando antes.
Son las doce y veinticinco de la noche. Ya es martes. Estoy dando vueltas en la cama repasando todo lo que ha dado de sí el lunes que finalizó hace casi media hora, cómo empezó, los correos cruzados solicitando el tan ansiado código, las llamadas, las respuestas, la madre del cordero… No puedo más. Es cuando esa vocecita interior, y que está con el run run dándote la matraca y no te deja dormir, se rebela y te dicta lo que tienes que hacer. Cojo el móvil, lo enciendo y lo conecto a internet. Abro el correo y respondo a su petición de voto positivo diciendo que lo haré ¡cuando me devolváis el euro que he pagado de más!
Ya está. Lo hice. Ahora sí. Móvil en modo avión. Despegamos. Zzz… Zzz… Zzz.
Interesante, como la vida misma.
Grande!!!