Sotalbo (Ávila) en la desescalada – junio 2020

Distancia: 11,54 km | Desnivel acumulado: 701 m | Tiempo: 2 h 38 min

Track : Sotalbo – El Lobo – Caninalba – Matallana – Corral de las Ventanas – La Chorrera del Búho – El Picuezo – Los Molinos – Arroyo de la Canal – Sotalbo

Álbum de fotos de la ruta (María Martín y Javier Hernández)

Polinización en el Picuezo. Foto: María Martín

Junio 2020. Casi toda España se encuentra en Fase III de la desescalada. Incluso hay provincias que ya saborean su pase a la Nueva Normalidad. Pero en Ávila nos encontramos en Fase II.

Esto significa que aún hay reticiencias para salir a la sierra a dar un paseo. Al menos es lo que ha sucedido en las dos semanas anteriores que lo intenté a través de nuestro canal de Telegram del Club Nosolocuerda.

Pero hoy sí. Lo hemos conseguido. Nos hemos reunido siete personas en la localidad abulense de Sotalbo (o Sotalvo, si lo prefieres) con la intención de recorrer esta ruta que ya realicé en junio de 2017.

Hemos quedado a las 8.30 h en el punto donde se situaba la Meta de la Carrera Pico Zapatero. Es el lugar donde quedan la mayoría de senderistas, corredores y ciclistas para recorrer las pistas de esta preciosa zona de la Sierra de la Paramera.

Desde Ávila hemos ido en tres vehículos -(Carlos y Carlos jr. – Javier y Curro – Mar) y en Sotalbo nos esperaban Ángel (que es del pueblo) y su pareja María (que es como si fuera ya de la zona). Calzadas las botas y con las prendas de abrigo abandonadas en los coches, nos hemos dirigido hacia la zona denominada El Lobo, siguiendo el mismo recorrido que nos marcaba nuestro track de Wikiloc.

Después de sortear algunos vallados nuevos (el año pasado no estaban) y realizando un ascenso continuado nos hemos situado en Matallana, sobre la cota 1.300 msnm.

Dejando a la izquierda el Camino de la Sierra, que va hacia el merendero de Fuente de Aguas Frías, nos hemos dirigido hacia El Corral de las Ventanas, lugar de encuentro fijado con Ángel, ya que él es de los que prefiere correr porque dice que «andar le cansa mucho». ¡Qué gracia tiene este serrano!

Por una marca que nos ha dejado escrita en el suelo no nos hemos pasado la zona en la que teníamos que hacer un giro a la izquierda de 90º. Cuando se camina en grupo vamos dándole a la conversación y pasa lo que pasa.

Aquí hemos hecho una breve parada (ya sabéis, la famosa parada «del plátano») y tomado algo de líquido. En ese momento Ángel ha dicho que había pasado por una cascada que este año venía con bastante agua y… Ya está. Se acabó seguir la ruta marcada. Creo que esto nos pasa muchas veces.

Hala, cambio de planes, de dirección y de todo. He dejado de dirigir la expedición (la suerte que han tenido todos, claro) y me he puesto en modo “voy a ver qué nuevos caminos aprendo hoy”.

La cascada en cuestión es la denominda Chorrera del Búho. Y efectivamente a estas alturas del año trae bastante agua, como lo desmuestra el ruido que produce el Arroyo del Picuezo al chocar contra las rocas. ¡Un verdadero acierto el cambio de ruta!

Desde aquí hemos seguido un poco la pista que bordea El Picuezo (1.439 m) y después hemos bajado hacia el río buscando un paso que nos permitiese coger otra pista para regresar al punto de partida.

Ha sido un rato divertido donde sólo ha habido que lamentar un incidente sin mucha importancia. Curro se ha pisado un cordón de la zapatilla y ha terminado con el pie en el agua. Suerte que hacía un buen día y caminando se ha ido casi secando el calzado y el calcetín. Los demás hemos tomado mil precauciones no fuera que corriésemos igual suerte. Momento ideal para seguir haciendo fotos.

Pero…pero… ¿qué tenemos de frente? ¡No puede ser!

Sí. Sí puede ser. Mi querido amigo el pico El Gavilán (1.523 m). El que aún no he conseguido trepar en su totalidad.

Ahora que conozco a Ángel y a María les he contado mis aventuras con este pico y las ganas que tengo de treparlo hasta su cima. Me van a poner en contacto con un escalador del pueblo para que me ayude a subirlo. Espero que me ponga un buen arnés y me amarre bien a algún punto fijo porque si no no sé si me atreveré.

Y hemos continuado nuestro camino por la zona Las Chinitas, lugar de escaladores y zona de grandes moles graníticas que conforman la cara Sur del Castro de Ulaca.

Nuestro fotógrafo Acubri ya realizó un primer reportaje en septiembre de 2015. En esta ocasión, María con su nuevo iPhone ha sido quien ha realizado las fotografías de esta zona. ¡Así está de contenta!

En la zona de Los Molinos del Río Picuezo hemos vuelto a cruzar el puente de madera que construyeron hace años y que aún sigue en un buen estado de conservación. Seguro que la gente del lugar se encarga de que no se pierda esta instalación tan bien ideada para cruzar con tranquilidad.

Creo que es la primera vez que vemos correr tanta agua en la fuente. Y Carlos no ha podido resistirse a probarla. Nos ha dicho que además de fresquita estaba muy buena. Momento que los demás han aprovechado para cambiar el agua de sus camtimploras.

Terminada la ruta, Ángel y María nos tenía preparada una sorpresa. Nos han invitado a conocer su «casita de verano» y en compañía de los padres de Ángel y del perro «Trosky» nos hemos tomado un refresco con un aperitivito.

Después de doce kilómetros de caminata por la sierra y más de dos horas y media bajo el sol, las cervezas (la mía 0,0 ¿eh?) y la empanada eran un gran premio. ¡Se estaba de maravilla!

Muchísimas gracias a todos, de verdad. Ha sido una mañana muy entretenida y con muy buena compañía.

Ojalá esta pandemia se vaya de una vez (aunque no debemos bajar la guardia) y podamos continuar disfrutando de esta actividad que tantas cosas buenas nos trae.

¡Hasta la próxima ruta!

5 comentarios sobre “Sotalbo (Ávila) en la desescalada – junio 2020

  1. Todo bien.
    Guantes, braga y plumas….en el coche, gorra y crema protectora, en casa…y encima meto el pie en el río….
    Y digo todo bien porque incluso en el sofá y con dolor de tripilla, que no sé a qué achacar, la compañía de todos y la hospitalidad de Ángel y su familia, suplen cualquier contratiempo….

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    1. La naturaleza tiene sus normas. Cuando salimos del coche siempre surgen dudas sobre qué llevar o qué dejar. Suelo llevar
      “de todo” porque los imprevistos siempre están ahí. Me alegro mucho de que vinieras.

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